27 de noviembre de 2012

A vueltas con el catalanismo: Una nueva Edad Media a contracorriente

Alberto Luque

Guilielmo Blaeuw, Mapa de Europa
(1640-1643, Amsterdam).
Si algún motto simple y espontáneo se impone como moraleja “histórica” para caracterizar las recientes elecciones catalanas es el de que Artur Mas —que ya es, definitivamente, Artur Menos— se ha caído con todo el equipo. Pero ha dicho este iluminado que su proyecto (la cosa esa que él llama “proyecto de futuro”) “no lo pararán ni los tribunales ni las constituciones”. ¿Qué podemos responderle? ¿Bastará con decirle, quienes no compartimos ni sus estupideces mesiánicas ni sus políticas capitalistas, que no le secundamos?

22 de noviembre de 2012

La Ilustración española: ¿Crónica de un desierto?

Josep Maria Viola

Francisco de Goya, Jovellanos
(1798; Museo del Prado).
En relación al benedictino Benito Feijoo y su contexto histórico, Marcelino Menéndez Pelayo decía lo siguiente: “Lo que me parece mal es estudiar a Feijoo solo, y mirarle como una excepción en un pueblo de salvajes, o como una perla caída en un muladar, o como el civilizador de una raza sumida hasta entonces en las nieblas del mal gusto y de la extrema insapiencia.” [1] Desde los tiempos de la propia centuria ilustrada viene fraguándose la discusión en torno a la existencia de una auténtica Ilustración en España durante los reinados borbónicos del siglo xviii. En efecto, bastará con recordar —sin perjuicio de su propensión conservadora— la acerada reacción del gladiador literario, Juan Pablo Forner, frente a los cuestionamientos y embates de los enciclopedistas europeos. Se trata, pues, de un añejo debate intelectual e historiográfico que, si bien una mayoría considerable de estudiosos parece coincidir en sus tesis centrales, no consideramos del todo estéril mantenerlo sobre el tapete. Habitualmente, en este tema se ha pecado, por decirlo de algún modo, de desmesura: se ha tendido a exagerar, e incluso a mitificar, una Ilustración europea al tiempo que se ha presentado una lóbrega y retrógrada imagen de la España dieciochesca. Todavía en nuestros días no faltan quienes, ya sea por motivos de su tradición académica, ya sea por oscuros intereses ideológicos, convienen en seguir manteniendo este cuadro distorsionado de una etapa de la historia de España. Así las cosas, son de recibo las investigaciones basadas en los presupuestos de la objetividad histórica, pues nos aportan una visión más ponderada y menos deformada de la Ilustración hispana. A ellas se debe este breve artículo.

18 de noviembre de 2012

De la racionalidad católica

Alberto Luque

Hemos iniciado un interesante tema de debate: el de la racionalidad del catolicismo. Quiero justificar de antemano por qué digo “interesante”. No es asunto secundario éste de calibrar el interés o desinterés del catolicismo. A veces, frente al tema de un debate, uno puede decir “no me interesa”. Si yo dijese que el tema del catolicismo, por ejemplo, no me parece interesante, creo que cualquiera podría replicarme que estaría incurriendo en una paradoja pragmática: en efecto, me ha de parecer lo suficientemente interesante como para declarar que lo considero intrascendente; si realmente no fuese interesante, debería simplemente ignorarlo (y aun así, los demás tendrían todo el derecho a incluir mi desdén y el de otros entre las virtudes interesantes del catolicismo: entre ellas estaría el provocar indiferencia, y su análisis se enriquecería incluso con las deducciones ex silentio).

6 de noviembre de 2012

El término (de la) democracia

Xavi López

El recién desaparecido Eric Hobsbawm, en su libro La era del imperio, 1875-1914, hizo el siguiente comentario al hilo de su exposición del tema del imperialismo: «A diferencia del término democracia, al que apelan incluso sus enemigos por sus connotaciones favorables, el “imperialismo” es una actividad que habitualmente se desaprueba, y que, por tanto, ha sido siempre practicada por otros. En 1914 eran muchos los políticos que se sentían orgullosos de llamarse imperialistas, pero a lo largo de este siglo los que así actuaban han desaparecido casi por completo.» Es decir que el término ha caído en desuso debido a su reconocida mala prensa. Las crisis del colonialismo en el así llamado Tercer Mundo y el simultáneo auge de las democracias y de los poderes públicos en Occidente fueron las causas por las cuales el término «imperialismo» se convirtió en una evocación de todo lo abominable que hay en el mundo.

4 de noviembre de 2012

El negocio del agua en Cataluña

Constelación

El agua es, con el aire, la sustancia más decisivamente vital, no sólo para los hombres, sino para toda especie. Apenas tres días puede durar un individuo sano sin ingerir una gota del diáfano líquido de la vida. Pero no hay que alarmarse por lo exiguo de este perentorio plazo, porque en el planeta hay agua de sobra, no sólo para los 7.000 millones de almas que ahora lo pueblan, sino para una cantidad de bebedores inimaginablemente mayor. Ahora bien, las infraestructuras para distribuir este recurso a esa inmensa población son enormes y han de estar bien diseñadas. Aunque nuestros pantanos rebosasen, se podría producir una catástrofe si simplemente se descuidase el mantenimiento de las obras realizadas para su distribución, ni más ni menos que si acaeciese una severa sequía en una economía tradicional en que el agua se obtiene sin esa mediación tecnológica. De aquí que la explotación de este recurso natural sea, en la mayoría de los países, una responsabilidad pública. No sucede así en Cataluña, donde los trapicheos capitalistas alcanzan ahora a este supremo bien vital y público, como denuncia la Plataforma Aigua és Vida en el siguiente texto: “Ens parlen d’Estat propi i es venen el país” [Acordem: Justícia econòmica global].